
Opinión | ¿La industria audiovisual tiene impacto ambiental?
En medio de la crisis climática global, las industrias creativas tienen un rol fundamental para aportar al cambio de comportamientos de sus audiencias. Su carácter e impacto masivo suponen una posibilidad de movilizar a grandes públicos hacia un camino más sostenible. Sin embargo, ese ideal está lejos de ser una realidad. Por el contrario, la cultura sigue siendo un tema de segunda en las discusiones globales sobre la crisis ambiental en donde paradójicamente se pretende cambiar el curso del planeta a partir de acciones individuales y colectivas. ¿Podría el sector cultural acelerar ese proceso?
La pregunta parece retórica, pero vale la pena hacérsela en serio. Quienes consumimos cine, televisión o contenidos digitales pocas veces pensamos en el impacto que esas producciones tienen más allá de la pantalla. Lo cierto es que la industria audiovisual, al igual que cualquier otra, deja una huella ambiental considerable.
Durante años, los mensajes que han circulado a través del cine y la televisión han influido en formas de pensar, sentir y actuar. Hoy incluso promueven causas ambientales. Sin embargo, poco se dice sobre el costo ambiental de producir esas mismas historias. La magia del detrás de cámaras ha mantenido oculta una realidad que cada vez es más difícil de ignorar.
Desde hace más de una década, algunas organizaciones han comenzado a medir el impacto ambiental del sector. En 2006, un estudio de UCLA estimó que Hollywood generaba alrededor de 15 millones de toneladas de CO2 equivalente al año. Más recientemente, el consorcio BAFTA-Albert en el Reino Unido reportó que, en 2019, una hora de contenido televisivo podía emitir en promedio 9,2 toneladas de CO2. Para 2023, esa cifra aumentó a 16,6, y los dramas alcanzaron hasta 48,7 toneladas por hora. Es decir, una serie de diez capítulos podría representar casi 500 toneladas de emisiones.
En Hollywood, la Sustainable Production Alliance reportó que una película con un presupuesto de 70 millones de dólares puede generar más de 3.300 toneladas de CO2, sin contar postproducción ni efectos visuales. Producciones como Dune: Parte dos, Megalópolis o F1 estarían dentro o por encima de ese rango.
Aunque los reportes son aún limitados y sus metodologías poco transparentes, muestran una tendencia clara: la industria audiovisual no está reduciendo su impacto. En Colombia, el panorama es más preocupante. No existen estudios públicos sobre el tema, y aunque nuestras producciones son de menor escala, también enfrentamos desafíos importantes: consumo de energía, uso de combustibles fósiles, materiales como madera, y una alta demanda de carne, vinculada a la deforestación.
El cine nos conmueve, nos une, nos transforma. Pero también contamina. La pregunta es inevitable para quienes amamos este arte: ¿alguna vez se ha preguntado cómo fue hecha su película favorita?
*Norma Cuadros González es investigadora y asesora en sostenibilidad para las industrias creativas. Dirige el Planet On y adelanta un doctorado en políticas culturales en la Universidad de Warwick, donde estudia los impactos ambientales de la producción audiovisual global desde una perspectiva de género.
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