Katia y Maurice Krafft amaban dos cosas: el uno al otro y los volcanes. Durante dos décadas, la atrevida pareja de vulcanólogos franceses fue seducida por la emoción y el peligro de este elemental triángulo amoroso. Recorrieron el planeta, persiguiendo erupciones y sus secuelas, documentando sus descubrimientos en impresionantes fotografías y películas para compartir con un público cada vez más curioso en apariciones en medios y conferencias. En última instancia, Katia y Maurice perderían la vida durante una explosión volcánica en el Monte Unzen de Japón en 1991, pero dejarían un legado que enriquecería para siempre nuestro conocimiento del mundo natural.